Hoy estuve en el Templo...

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Hoy estuve en el templo del campillo…!
Aquel templo sencillo, entre arreglada maleza,
sin lujos, sin suntuosidad, sin brillo;
donde a Jesús le vamos a dejar las penas...
................................donde la gente reza...!
Es donde todos contamos a aquel Cristo
los sucesos del día: las alegrías...
................................también nuestra tristeza...!
~
Con el Crucificado departía, como aquéllos
que puestos, como hermanos, de rodillas,
contaban sus fracasos... y también sus aciertos...!
Sus problemas de amor... y sus aventurillas...!
~
-Soy Manuel, mi Señor- (dijo uno de ellos)
y tengo tantas cosas que contarte
que grito de deseos rabiosos, pero bellos,
por la alegría que ayer me regalaste:
vi nacer a mi niña, con sus rubios cabellos...!
Y aquí vine, a tu rincón, para alabarte!
~
-Y yo Luis- (gritó a su lado otro paisano
..........................que compartía con el primero).
-Tengo tanta alegría, que he desbordado
en risas, con amor y con denuedo
porque este año, de dichas, me has llenado...!
Mi compañera, toda la noche ha rezado...!
Con un encargo: que besara tu ruedo...!
~
Y así, uno por uno... uno por uno; yo: postergado...!
~
Un desfile de pasos muy felices, de aquel Altar, se retiraba
dejando allí, ante la santa imagen de aquel Cristo,
que, inmutable, sereno, sonreía y escuchaba
todas sus alegrías... todas sus risotadas...!
~
Y quedé yo otra vez solitario, pensativo... mudo;
sin saber qué contar a la imagen sagrada
que, impávida, paciente y con amor,
...............................................por mí esperaba...!
-Yo no sé qué decirte, mi Señor...!
Vine hasta aquí para darte las gracias...!
Ni una sonrisa me atrevo a regalarte;
sólo una mueca del dolor que me acompaña...
es todo lo que tengo para darte...!
~
Hace días que la pena me desgarra...!
Desde que la otra noche, sin saber porqué,
..........................................te la llevaste...!
Ya no sé sonreir, pues me dejaste
huérfano de su amor... y también del calor
que me brindaba desde sus entrañas...!
~
Ya este pobre corazón, sus caricias, extraña...!
Sólo en sueños, Señor, la he acariciado...!
y juntos en el sueño hemos, como niños, llorado...!
Y he sentido cómo, con sus lágrimas, me baña...!
¿Por qué te la has llevado, mi Señor...?
¿No notaste que su amor era cuanto tenía;
que ella era la luz del alma mía
y que en su pecho, recostado, descargaba
toda mi pena, todo mi dolor... y mi alegría...?
~
-¿Y quién crees que está a tu lado, hijo? ¡...Aguarda...!
(una voz muy profunda claramente decía).
Volví mi rostro, mas no llegué a ver... ¡...nada...!
Sentí que un tierno beso, sobre mí, se posaba...!
Reconocí aquel beso...! Y la voz celestial
.........................................que, amorosa, decía:
....................................- Sólo cambié tu ángel
..............................................................de la guarda...!

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©R.Cortés
2001
xii – xv


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