La
flor...
*
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Allí estaba; felizmente recostada
en todo su esplendor. Y su atavío
rodaba, en desorden, por el suelo.
Sólo cubría su rostro; ¡ el placer era mío !
Sus blancas manos, quietas, allí cruzadas
sobre su piel herizada, deseosa de amor.
Mis ansias sólo eran dominadas por el dolor
de tener que amarla... ¡ sólo con la mirada !
Su cuerpo... ¡ desnudo ! ¡ Ardiente ! Con calor de destello,
se revolcaba todo sobre aquella cama;
salpicaban las mieles de lujuria, abrazada
a una flor, que sostenía entre su cabello!
Y entonces quedé estático; se me hicieron dos nudos.
No pude precisar qué era más bello,
si la flor que había incrustada en su cabello
o aquellos pechos, que estaban frente a mí... ¡ desnudos !
*
©R.Cortés
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