Ya te he visto
alejar de estas rejas malditas
que aprisionan, sin tregua, este cuerpo
deshecho.
Te alejaste de pronto, sin voltear. Ni un acecho
me has brindado, en bondad. Ni palabras
benditas.
No miraste hacia
atrás. Me abandonas maltrecho.
¿No fue acaso tu culpa quien me impuso esta
reja?
¿Ya olvidaste, de
pronto, este mal que me aqueja,
que me coarta mi
vida, y me torna en deshecho?
Lo maté por
herirte; por violar tu derecho,
sin saber, sin intuir, ni siquiera un instante
que aquel hombre tan brusco, que yacía en tu
pecho,
y que yo confundí
con un rudo abusante,
no era tal; ¡Dios, perdóname!
Por él purgo en las rejas, sin saberlo tu
amante.