¿O será…
Autor: © Rafael Ángel
Tu cabello… ¡Sí…! Podría ser tu cabello.
Por ser sedoso. Porque el color es parecido al sol.
Porque se destaca con sus ondas doradas,
como brillantes hilos de oro, allí, en bajadas,
y en el entorno tan hermoso de tu cara,
dando marco a tu belleza, sin rubor.
¿O acaso son tus ojos…? ¡Oh, sí…! Son tus ojos.
Esos ojos que proyectan tu mirada.
Ese brillo refulgente, que anonada,
esa mirada tan profunda que engalana,
y que muestra los reflejos de tu amor.
¡Pudieran ser tus labios…! ¡Creo que sí! ¡Son tus
labios!
Esos labios carmesí, que al beso incita;
esa boca, que a chupar su piel, invita,
y a disfrutar de los manjares del placer
de saborear las dulces mieses de su miel.
¿O será tu sonrisa…? ¡Eso es…! Yo sabía
que al final descubriría el secreto de lo que es.
Es tu sonrisa. No caben dudas. Eso es.
Esa sonrisa que, enigmática y sencilla,
es una maravilla dibujada allí en tu tez.
¡Mas… ¿no será tu cuello…? Ese cuello
donde reposan, quedas, fibras de tu cabello,
y que le adornan con sus mil destellos…!
Ese cuello, que causa en mí mil embelezos,
donde quiero colocar mil dulces besos.
¡Espera! ¡Creo que al fin lo encontré…!
Ya no he de pensar más. Tengo mis sesos
derretidos, vueltos agua y deshechos.
Pero al fin, ya lo sé. Ya di con la razón de tu
belleza:
son tus pechos…!
Esos divinos pechos que me apuntan erguidos,
ansiosos, con la humedad tan natural del tiempo,
y con la suavidad de las pajas de un nido;
no tengo dudas ya. Son bellos.
Quiero verlos desnudos...
¡y colocar mis labios sobre de ellos…!
¿O será… ?
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© Rafael Ángel
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