Un adiós postrero

Ha detenido el zorzal sus aleteos
y al revolcarse allí, por la cañada,
bebe del agua que una vez ensuciara,
y en puras aguas alimenta sus deseos.


Cuidó su nido; lo colmó de alpiste;
y de algodón de nubes lo llenaba,
y aquella noche en que, la luz, ya se ocultaba,
la negra parca, sin contemplar, lo embiste.

 

—Pobre zorzal—, recuerdo que dijiste,
no volverá a volar en la enramada,
ni aleteará en el cielo azul que conociste.

 

Y en su canto final, se escuchó triste,
como si fuera su cantar postrero.
Y un adiós bañado en lágrimas... le diste.

 

13 abril 2010

 

 

ENVÍALE ESTA PÁGINA A UN AMIGO
Email de tu amigo(a)/Your friend's email:

 

Derechos de autor protegidos por la
Ley de Propiedad Intelectual
RDL 1/1996 del 12/4/96 y por las
Leyes Constitucionales,
Federales e Internacionales
*
Rafael Angel Cortés©


Reservados Todos los Derechos de Autor
Editorial Setroc R.A.
Library of Congress L.C.C. 99-073171
2000 – 2004